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Transición al adulto |
Como hemos comentado al principio, existe un incremento constante en la población de adolescentes y adultos que va a alcanzar el 40% a lo largo de esta década, lo que hace imprescindible la creación de Unidades FQ de adultos dotadas especialmente. Esto lleva consigo la obligatoriedad de crear programas de transición entre edad infantil, adolescencia y etapa adulta en nuestro medio. Para ello es fundamental el conocimiento de todos los factores que pueden influir en los diferentes grupos de edad con la finalidad de realizar el paso de un equipo a otro en las mejores condiciones posibles.
Es muy importante iniciar la etapa de transición entre los 11 y los 16 años mediante la puesta en marcha de una consulta específica transicional para jóvenes adultos con el fin de realizar la transferencia completa antes de los 18 años, en momentos de tranquilidad y, por supuesto, con el consentimiento del paciente.
La transición debe ser armoniosa, serena, lenta, continua, sin rupturas. Se ha de realizar tras un contacto previo con el médico de adultos el cual debe estar presente en la consulta infantil antes de la transferencia.
También es aconsejable monitorizar la evolución de la transición y es fundamental que ambas unidades, emisora y receptora, tengan una idéntica política de seguimiento y tratamiento. En esencia, lo más importante es realizar la transferencia en momentos de estabilidad física y psíquica del paciente y de su familia. Todo esto se debe llevar a cabo mediante un contacto adecuado con la unidad de adultos que trabaja en íntima conexión con la unidad infantil y con un programa de trabajo similar. Es importante que el enfermo y de su familia conozcan, en las consultas habituales de pacientes mayores de 16 años, los diferentes problemas y angustias en cuanto a la transferencia a una unidad FQ de adultos de tal forma que se puedan prevenir adecuadamente los problemas inherentes y bien conocidos de este tipo de traslados.
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