El programa empezará en los próximos tres meses, y el hospital espera atender entre 25 y 30 casos cada año.
A partir del primer trimestre del año que viene, el Hospital Miguel Servet dará un paso más en la lucha contra algunas enfermedades. Los profesionales de los servicios de Reproducción Humana y Genética llevarán a cabo el primer caso de diagnóstico genético preimplantacional (DGP) en este centro sanitario.
Esta técnica permite lograr embarazos sanos en parejas que tienen riesgo de transmitir enfermedades genéticas hereditarias, ya que al útero de la mujer se transfieren sólo embriones sanos y se descartan los que no están libres de enfermedad. Por medio de una biopsia embrionaria, los especialistas pueden determinar si estos embriones tienen, desde el primer momento, alteraciones cromosómicas (están detrás del síndrome de Down o la enfermedad de Turner…),o mutaciones de un determinado gen (causantes, por ejemplo, de la corea de de Huntington o la fibrosis quística).
Es muy útil en el caso de las dolencias ligadas al cromosoma X. En este tipo de enfermedades, como la hemofilia, las mujeres son portadoras, pero son los hombres los que desarrollan el problema. Por eso, con el DGP es posible elegir sólo hembras.
Esta técnica comenzó a practicarse al inicio de la década de los noventa, y los médicos advierten de que no es la solución a todas las enfermedades de este tipo. "No se pueden crear falsas esperanzas en estas parejas, no somos capaces de resolver todos los problemas genéticos hereditarios", explica Ángel García de Jalón, jefe del servicio de Bioquímica del Servet. No obstante, es un importante avance que un centro público lo incorpore a sus servicios. "Antes, teníamos que derivar estos casos a centros privados, pero ahora podremos hacerlo aquí", explica José Antonio Duque, jefe de servicio de Reproducción Asistida del Servet.
En Aragón, muchas parejas acudían a centros sanitarios catalanes. Concreta, también, que no todos los casos podrán ser estudiados en el hospital. De necesitarse una determinada técnica que no es posible hacer en el centro sanitario, los casos serán remitidos para su análisis genético a algún centro de reconocido prestigio. Los profesionales de los servicios implicados destacan la colaboración de la Consejería de Sanidad y la Dirección del centro sanitario para poner en marcha el programa.
Un proceso complejo
El proceso es, cuando menos, complejo, y en los mejores centros sanitarios, el éxito total es del 25% de los casos (se considera como tal cuando se consigue hacer el DGP, la posterior implantación del embrión, el embarazo y el parto con éxito, es decir, cuando el niño nace y llega a casa sano).
Los asistentes en la 5 ª Convención Internacional participaron en un programa de actividades complementarias como un Festival de Barro del Mar Muerto y visitas turísticas de interés histórico a las montañas de sal , Sodoma y Gomorra, unas de las más antiguas ciudades del mundo, al kibutz Ein Gedi y a Massada, el último fuerte de los combatientes por la libertad judía frente al poder del imperio romano de Bizancio. Convertido en Parque Nacional, está reconocido por la UNESCO como legado patrimonial de la Humanidad,desde el 2001.
Todo comienza con la pareja. Los futuros padres que saben que hay antecedentes familiares de patologías genéticas o hereditarias, o que ya han tenido descendencia que sufre alguna de estas enfermedades, pueden someterse al estudio. De hecho, la Comisión Nacional de Reproducción Asistida ha dado luz verde hace sólo unos días a los tres primeros diagnósticos preimplantacionales que permitirán concebir un hijo sano para salvar la vida de otro que está enfermo.
En cualquier caso, la indicación terapéutica es siempre el motivo, y el proceso no afecta negativamente al desarrollo posterior del embrión. Cuando el caso ya está indicado y autorizado, entran en juego nuevos factores. Por ejemplo, no todos los embriones son válidos, tampoco lo son todas las parejas, ni es posible siempre resolver todas enfermedades, ya que el tiempo para llevar a cabo el diagnóstico es limitado, como precisa la jefa de sección de Genética Médica del Servet, María Teresa Calvo.
Fecundación in vitro
¿Cómo se hace la técnica? La pareja debe someterse siempre a la práctica del ciclo de fecundación in Vitro (FIV). Es decir, se estimula la ovulación en la mujer (permite obtener varios óvulos en el mismo ciclo), se extrae un número adecuado de ovocitos y después se inseminan mediante microinyección. Una vez ahí se necesitan embriones "de calidad", es decir, que tengan entre seis y ocho células. Después, se hace una biopsia, extrayendo una o dos células de cada embrión, que a su vez son sometidas a un análisis genético.
Sólo dos días después de haber extraído la blastómera, dos embriones que estén sanos (el resto se descarta) serán transferidos al útero materno. "Si pasa más tiempo, las probabilidades de implantación son menores", explica el responsable del laboratorio del servicio de Reproducción Asistida del Servet, José Ignacio González Hevia.
Una vez ahí, y si todo ha ido bien, hay que cruzar los dedos para que la naturaleza siga su curso sin problemas. Es decir, para que el embrión se implante correctamente, y el embarazo y el parto se resuelvan bien. Además, en todos estos casos se requiere el beneplácito de la Comisión Nacional de Reproducción Humana y que todo esté dentro los preceptos que marca la ley. La meta: transferir sólo uno
En lo que sí que insiste José Antonio Duque es en la meta que el equipo se marca para el futuro. "Lo ideal sería transmitir un sólo embrión por ciclo de fecundación in vitro", dice. La ley 14/2006 permite que sean tres, y en el Servet se transfieren dos, pero el servicio de Reproducción Asistida trabaja para reducir el número de partos gemelares. Se conseguiría así no sólo programar embarazos sanos, sino también únicos.
González Hevia concreta que se ha conseguido, en relativamente poco tiempo, suprimir los casos de trillizos causados por la técnica (no siempre es fácil, porque aunque se transfieran dos embriones, uno podría volver a dividirse).
El año pasado, el 2,16 % de los alumbramientos de Aragón fueron de madres que dieron a luz a más de un recién nacido. En concreto, de los 2.905 partos atendidos de enero a agosto en el Servet, 84 fueron gemelares.
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